Tras
asistir a una clase sobre nuevas tecnologías en la Educación
Inclusiva con el profesor Julio Cabero Almenara de la Universidad de
Sevilla, y profundizar un poco más en un tema que nos coge de lleno
a día de hoy, "La Brecha Digital", he considerado
interesante compartirlo. Un grupo de cuatro chicas hemos pensado y
planteado dos problemas que nos encontramos en el entorno educativo
en cuanto a la brecha digital, así como sus posibles soluciones.
Vivimos
en una sociedad que gira en torno a las tecnologías de la
información y la comunicación. En la Ley de educación de Andalucía
(LEA) se señalaba ya la necesidad de seguir “facilitando la
incorporación de las tecnologías de la información y la
comunicación tanto a la práctica docente como a la
gestión administrativa de los centros educativos.
Lo
que nosotras consideramos que surge como un potenciador de la
inclusión se está convirtiendo más bien en un generador de
desigualdad y exclusión social. Los inconvenientes y dificultades
con los que muchos ciudadanos se encuentran en el acceso y uso de las
TIC genera lo que hoy día se conoce como la Brecha digital, es
decir, esas diferencias entre los que pueden y no pueden acceder a la
red, porque no todo el mundo posee recursos tecnológicos propios, no
todos saben cómo usarlos o incluso no todos los recursos que se
producen dan las mismas posibilidades a todos. Está claro que esto
no genera una única brecha, sino que existen diferentes tipos, en
función del género, del idioma, distintos países, generaciones,
según las características de las personas…
Los
niños/as de hoy en día son nativos digitales, pero ¿hacen un buen
uso de las nuevas tecnologías?, ¿los padres/madres son conscientes
de lo que sus hijos/as hacen en la red?
Es
en este punto donde encontramos el primer problema que podemos
observar en la sociedad actual. La escasa o mala formación de las
familias en cuanto a nuevas tecnologías
y un buen uso de ellas afecta al alumnado, ya que en muchas ocasiones
los padres no saben usar de forma adecuada esos recursos y por tanto
no pueden ni controlar, ni ayudar a sus hijos/as. Y no es solo el
hecho de no tener acceso a dichos recursos, ya que como hemos
mencionado algo más arriba, no todo el mundo tiene el privilegio de
poseer recursos tecnológicos en casa, sino que aunque los tengan en
su entorno, no saben hacer un buen uso de ellos y por tanto tampoco
educar a sus hijos/as para que ellos lo hagan.
Somos
conscientes de que este problema existe y es algo muy cercano a
nuestro entorno. Consideramos que una buena iniciativa que
ayudaría a reducir esta brecha sería realizar reuniones formativas
en las que se eduque a los padres en el buen uso de las TICs para
que puedan transmitírselo
a sus hijos.
Otra
táctica que daría solución a este problema sería “abrir las
puertas” de nuestra aula, para que los padres puedan ver como
utilizamos los recursos TIC y asociar los conocimientos del aula a su
entorno familiar, para que exista una compensación real y un
aprendizaje significativo en ambos contextos.
Por
otro lado, en las aulas conviven niños muy diferentes entre sí, de
modo que vamos a centrarnos en el caso de un niño con trastorno del
espectro autista (TEA), que está escolarizado en nuestra aula. Con
este niño se trabaja mediante recursos TIC los contenidos que con el
resto de alumnos trabajamos a través del método
tradicional. Empezar dichos
recursos solo para trabajar con un niño concreto dentro del aula
genera también una brecha digital, lo que hacemos considerando que
es una ayuda para un niño con un trastorno acaba dando lugar a la
exclusión dentro del grupo.
Podríamos
aprovechar esta iniciativa para
fomentar el uso de las TIC en el aula con todo el alumnado. Sería
una metodología útil y a la vez motivadora para todos, es una ayuda
para un niño en concreto que también puede beneficiar al resto y
así cohesionar el grupo y fomentar la colaboración entre iguales.
Autoras:
-
Mª del Pilar Tapia Fernández
-
Almudena Rodríguez Hurtado
-
Isabel Blanco Vázquez
-
Leticia Arboleda Sánchez